El acero es el material elegido para fabricar una gran parte de las puertas que usamos en la actualidad. Las puertas de acero suelen estar pintadas o lacadas y hay una diversidad de colores entre los que puedes elegir, siendo el blanco probablemente uno de los más comunes. Sea cual sea su color, limpiar una puerta de este tipo es muy fácil y te sorprenderá lo mucho que mejorará su aspecto una vez que lo hayas hecho.
Limpiar la parte superior del umbral de la puerta con un paño ayudará a que no exista suciedad en esa parte, en la que hay esquinas y bordes en la que podría acumularse. Es importante que hagas esto, porque el polvo que se deje ahí, con el tiempo acabará sobre la puerta. Si lo deseas o si esa parte está muy sucia, puedes utilizar a continuación un limpiador en aerosol y un paño humedecido para conseguir una limpieza más profunda. Sigue pasando el trapo hacia abajo, a ambos lados de la puerta.
Es importante que, pese a que no veamos a simple vista la suciedad, de vez en cuando comprobemos que no se ha acumulado en esas zonas menos visibles a simple vista.